Existen varios problemas de conducta en los caninos al referirnos a los hábitos alimenticios. Entre ellos observamos anorexia, aceptación de unos pocos nutrientes, obesidad, pica (consumo de sustancias extrañas) y coprofagia (ingesta de heces).
Esta última es la más desagradable para los propietarios de animales.
No se considera anormal el consumo de materia fecal si se efectúa como consecuencia de la higiene personal o de sus crías.
El sentido del gusto de los perros no debe indicarles mucho desagrado ya que en caso contrario no podrían cumplir estas funciones necesarias. De todas formas la mayoría de las perras dejan de limpiar a sus cachorros cuando inician la alimentación sólida.
Los cachorros pueden comer heces cómo aprendizaje alimenticio. Quizás contribuya a establecer su flora intestinal.
La ingesta de materia fecal de otras especies puede atribuirse a que lo no digerido por un organismo puede ser útil a otros.
Los cazadores ingieren las vísceras de sus presas con el contenido. Este puede ser un atavismo para muchos perros.
Por insuficiencia digestiva, una parte importantes de los nutrientes se eliminan por las heces, sin asimilarse. Sus aromas, apariencia y sabores pueden inducir a una reingesta, ya que además el animal afectado está hambriento.
Debemos destacar en especial a la atrofia pancrática juvenil. De oscura etiología aunque atribuida a factores genéticos. Frecuente en ciertas líneas de Ovejero Alemán. Los afectados son muy delgados, aunque voraces. Nunca engordan.
Presentan materia fecal poco formada, blanda con esteatorrea (presencia de grasa) y maloliente.
Se manifiesta dentro del primer año de vida, aunque excepcionalmente se oculta hasta el segundo o tercer año.
No se considera anormal el consumo de materia fecal si se efectúa como consecuencia de la higiene personal o de sus crías.
Hay que diferenciarla de la secuela de pancreatitis crónica. En ésta hay destrucción de tejido glandular, luego de varios ataques agudos. Presentan diarrea o muy poca consistencia, con gran cantidad de grasa y otros nutrientes, en la historia se registran sucesivos síntomas gastrointestinales. Puede derivar en diabetes mellitus.
El tratamiento de estas dos afecciones es mediante la adición de enzimas digestivas, con mayor éxito en la primera.
Pueden adicionarse vitaminas y minerales, aunque no se corrige la patología original.
Se verifica frecuentemente en animales aburridos, especialmente en los que viven solos y confinados en sectores pequeños y desaseados.
Es posible que al no poder alejarse de los excrementos, el animal los haga desaparecer de la única forma que puede.
Los cachorros pueden comer heces cómo aprendizaje alimenticio.
Por imitación, un coprófago puede inducir a otros, que con él convivan, a hacer lo mismo
Algunos animales quizás recurran a esta desagradable costumbre como forma de atraer la atención.
Incorporar detritus acarrearía un esfuerzo extra por eliminar toxinas además de incorporar bacterias y parásitos.
El desagrado causado en sus propietarios acarrea castigo, alejamiento o su eliminación física.